Impresión de maquetas en 3D
Durante mucho tiempo se han utilizado las simulaciones por ordenador en ingeniería y arquitectura. No obstante, la visualización de edificios se ha realizado tradicionalmente mediante maquetas a escala realizadas en cartón pluma o madera. Esto les permite a los arquitectos modernos ver cómo se emplazará el edificio en el espacio y corregir los posibles errores. Actualmente la impresión en 3D combina la precisión de las simulaciones por ordenador con la percepción de las maquetas a escala.
Podrían existir dos tipos de usuarios: los que comprarían una impresora 3D solo para tener un modelo real final a escala y los que comprarían una impresora 3D para apoyarse en sucesivas maquetas de trabajo de diferentes niveles de detalle. Y es que claro, no siempre sería necesario tener un modelo virtual 3D híper detallado para enviárselo a la impresora, podríamos crear juegos de volúmenes simples que podremos imprimir rápidamente y que nos ayuden a nuestro proceso de diseño.
Esto suscita otras preguntas:
- ¿Desbancarán las impresoras 3D a los ya arraigados renders virtuales para enseñar al cliente una imagen fidedigna de su proyecto?
- ¿Es el fin de las tradicionales maquetas artesanales que veíamos en cajas de metacrilato en los estrenos de obra?
- ¿Llegará una nueva generación de profesionales “maquetistas” que irónicamente harán su trabajo en un modelo virtual 3D?
A corto y medio plazo las respuestas no serán ni tan blanco ni tan negro. Pero no cabe duda que de aquí a poco más de una década, con precios de venta más reducidos, estos dispositivos van a revolucionar los estudios de arquitectura y su forma de trabajar.
Supondrá un cambio radical como está suponiendo ahora el software BIM, dejando atrás el CAD. Las herramientas para hacer arquitectura evolucionan y este es uno de esos casos clarísimos.
Hablar de impresión 3D, independientemente del ámbito, implica la reinvención irremediable del modo de llevar a cabo cualquier proceso. Si pensamos, por ejemplo, en el mecanizado de piezas industriales, las restricciones del propio mecanizado nos lleva a piezas imposibles de ejecutar, huecos inaccesibles, etc. El 3D printing nos abre un nuevo paradigma en el que se hacen posibles la mayoría de estos procesos.
Esto es lo que lleva sucediendo en arquitectura, donde la producción de una maqueta podía costar semanas e incluso meses y, además, el resultado dependía de las habilidades de la persona que ejecutaba ese trabajo; un trabajo que, sin duda alguna, resultaba ser puramente artesanal.
Este cambio supone un nuevo salto en el que el verdadero y único reto es el diseño. Ya no existe una variable en la materialización de la maqueta, derivada de la necesidad de contar con un artesano en cuya mano está el resultado de esa materialización. Con la impresión 3D se puede obtener, prácticamente, casi cualquier forma, por compleja que ésta sea.
De todas las tecnologías posibles, el método de impresión 3D más utilizado para la arquitectura es la impresión en sinterizado de polvo composite. Este material requiere de un post-proceso que lo endurece dándole la consistencia y el acabado necesario para un resultado óptimo. El proceso de impresión se lleva a cabo dividiendo el diseño en capas de 2 dimensiones. Lo más interesante es que con este proceso se pueden alcanzar precisiones de hasta 80 micras por capa lo que permite la impresión a pequeñas escalas sin miedo a la perdida de resolución en los detalles más diminutos.
Los precios de una impresora de maquetas en 3D pueden oscilar entre los 500 y 2500 euros, dependiendo de factores como su capacidad de imprimir a un solo color o en varios colores, velocidad de impresión, precisión y el volumen de la caja de impresión.
¿Y tú qué opinas? ¿Crees que los profesionales de la arquitectura deben adoptar este modelo de trabajo?
